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10 ene 2009

“La insoportable levedad del ser una minoría”


A mediados de diciembre, el portavoz del PSOE-Aragón (SIC), Sr. Miguel Franco, dijo en rueda de prensa que: “La futura Ley de Lenguas Minoritarias” se presentara en las cortes aragonesas, casi con toda seguridad como una proposición de ley del Grupo parlamentario socialista. Es evidente que esta declaración ,ya veremos si de intenciones o no, pone de manifiesto la falta de acuerdos con su socio de gobierno Biel-PAR, por otra parte nada extraño, es innegable que al PAR escuela de clientelismo y oficina de colocación para allegados por antonomasia, hace mucho tiempo dejaron de interesarle las cuestiones políticas, que no sean sus propios intereses espurios, mezquinos y siempre personales. Algún día los historiadores estudiaran y glosaran, la nefasta influencia del Sr. Biel en los últimos treinta años de política aragonesa, una especie de Lerroux-baturro, de esta neo-modernidad, tonta, almibarada y aculturizada, que nos ha tocado vivir y soportar.
Acabo la rueda de prensa el Sr. Jesús Miguel Franco, afirmando que el texto incluirá el reconocimiento de facto de la existencia del aragonés y el catalán de Aragón. ¿Ustedes se lo creen? Pues yo mucho no, y bien que me duele que estas frases no me llenen de ilusión y esperanza, pero después de tres legislaturas incumpliendo un compromiso electoral, que les voy a decir, estas declaraciones solo me han provocado, dudas, muchas dudas y zozobras, “muitos dandaleos y barucas”. No me lo acabo de creer, creo que Marcelino Iglesias esta ya con la cabeza puesta en otros asuntos, su retiro dorado por ejemplo y no quiere disgustos ni problemas en el final de su ponderada y ramplona carrera como presidente del gobierno de Aragón.
D. Marcelino Iglesias, si no lleva a buen puerto la ley de lenguas, corre el peligro de pasar a los anales de la historia como el presidente más servil y timorato que jamás ha tenido Aragón; por no darle un disgusto a sus jefes de Madrid sería capaz de cualquier cosa, así que, no lo imagino dilucidando sobre cuestiones tan enojosas. Por lo tanto, si el desencuentro con el socio de gobierno es tan patente, la única maniobra que les quedaría sería buscar el consenso con los otros grupos parlamentarios, algo que puede acabar siendo como el camarote de los hermanos Marx, un “totum revolotum”, que al final aborte cualquier posibilidad de ejecutar el mandato del estatuto de autonomía Aragonés
Todos los gobiernos de la D.G.A. llevan más de veinticinco años incumpliendo, sistemáticamente, aquello que demanda el estatuto: reconocer la realidad trilingüe de nuestro país y dotarnos de una ley de lenguas que proteja esta parte tan importante de la cultura patrimonial inmaterial de todos los aragoneses.
Nunca nadie ha dicho que se imponga absolutamente nada, solo que se reconozcan derechos y realidades sociales cotidianas, los derechos de los “”charrantes” patrimoniales y neo-hablantes a hablar en aragonés y catalán, lenguas que se han utilizado en Aragón, desde hace muchísimos más siglos que el castellano y obviamente más afines y propias a nuestra idiosincrasia y cultura, desde un punto de vista historicista, que ninguna otra lengua (el español o castellano)
Que estén los políticos todavía , que no los filólogos, dándole vueltas a que es lo que se habla en la franja, es como poco, de vergüenza, de analfabetismo o de una ignorancia supina y malévola, lo seguro es que son cuestiones políticas y no sociales o lingüísticas.
Las divisiones administrativas o políticas no deberían de ser impedimento para reconocer esta realidad trilingüe de Aragón, hecho cultural por cierto que nos debería llenar de alegría y orgullo a todos.
Nuestras lenguas necesitan una ley que las proteja y las regule, pero ya, como decía un buen amigo mío, una ley de lenguas aunque sea a cualquier precio. La situación es más que dramática sobre todo para el aragonés, que necesita de una vez una normalización y una normativización que lo unifique y regule, un organismo o entidad que lo preserve, regule y fomente su estudio y dinamización.
Lo que se desconoce ni se aprecia ni se valora, así de dura y áspera es la ignorancia o la desidia de nuestros analfabetos políticos.
Ahora es el momento para que se reconozcan nuestras lenguas, que se reconozcan los idiomas que hablamos con nuestros amigos, familias, necesitamos leyes que garanticen su enseñanza, es obligación de los políticos proteger estas variedades lingüísticas porque lo quieran o no están vivas, y aunque seamos una minoría quienes las hablemos de cotidiano, exigimos tener los mismos derechos que los aragoneses que hablan castellano. De todos modos, el proyecto del PSOE, no incluye la oficialidad, con lo cual continuaremos estando discriminados, pero en estos momentos tan críticos más vale una mala ley que ninguna. Finalmente, hay que ser conscientes que si no es Marcelino Iglesias quien impulse la ley de lenguas (ya que él es catalano-hablante) el siguiente que ocupe su cargo, sobre todo si es español-mono-lingue, ya no lo hará.

O Cazataire de Parolas


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