Fotografía realizada por Chabier Lozano "Fotografías de Montaña" |
La Asociación de Nabateros de Sobrarbe celebra este año el 35 aniversario de la recuperación del descenso de nabatas, la primera de Aragón
Cientos de personas aguardaban la salida de las nabatas desde Laspuña, con el tradicional almuerzo nabatero, y acompañaban a los nabateros apostados en las orillas del río por todo el recorrido, hasta llegar al puente de Aínsa, donde se congregaba un millar de curiosos para disfrutar de este espectáculo que se repite desde hace 35 años en Sobrarbe.
Félix Buil, presidente de la Asociación de Nabateros de Sobrarbe, destacaba su "orgullo" por haber podido completar el descenso con total normalidad en el 35 aniversario desde que se recuperó esta tradición en Sobrarbe. "El río nos ha vuelto a dejar una experiencia inolvidable", comentaba al bajar de la nabata en Aínsa.
Tete Mozote y Alba Betato, dos de los nabateros que han surcado el Cinca este domingo, señalaban que el de este año ha sido un "descenso técnico y bonito" y que ha permitido repetir el "merecido homenaje" a los antiguos nabateros que arriesgaban sus vidas en el transporte de la madera desde Laspuña hasta Tortosa.
Por su parte, Severino Pallaruelo, experto en nabatas, ponía en valor que este oficio se recuperara hace ya 35 años porque "muchos de los que trabajaron en este oficio ya no están, pero hace 35 años les enseñaron a quienes hoy realizan el descenso y pueden mantener esta tradición".
El descenso de nabatas por el río Cinca se ha convertido en un evento social y turístico de primer orden para la Comarca de Sobrarbe. Su presidente, Enrique Campo, destacaba el "gran trabajo" de la Asociación de Nabateros en una jornada "muy importante para toda la comarca".
La consejera de Ciudadanía del Gobierno de Aragón, María Victoria Broto, señalaba que "el descenso de nabatas es muy importante para Sobrarbe, porque es un día para poner en valor este oficio y en el que se puede aprovechar para conocernos y descubrir los espectaculares paisajes de la comarca".
La historia de las nabatas en Sobrarbe
Este evento pretende recordar este antiguo oficio y homenajear a los nabateros que arriesgaban sus vidas en el transporte de la madera. En el año 1941 tuvo lugar el último descenso nabatero profesional. La Asociación de Nabateros de Sobrarbe recuperó en 1984 esta tradición que este año cumple el 35 aniversario.
La Comarca de Sobrarbe fue el primer territorio aragonés que impulsó y consiguió que estas plataformas volvieran a descender por un río como homenaje a los antiguos nabateros. La fiesta de las nabatas fue declarada Bien de Interés Cultural Inmaterial. Para Sobrarbe el descenso es un gran acontecimiento turístico y social que se ha convertido en un fenómeno de masas.
La tradición nabatera del Cinca se remonta al S.XVI, época en la que encontramos los primeros testimonios de esta peligrosa profesión en localidades como Laspuña, Puyarruego y Escalona.
Este oficio no sufrió ninguna evolución con el paso de los años. La lentitud y peligrosidad de la labor junto con la llegada al valle de los primeros camiones de carbón y leña hicieron que se extinguiera esta forma tradicional de transporte. Por otra parte la regulación del Cinca y el Ebro, con la construcción de presas y pantanos hicieron inviable del todo este método de navegación.
La nabata es un antiguo medio de transporte de los troncos de madera de las zonas productoras de la montaña a las serrerías, situadas en las partes bajas de los valles. El trayecto iba desde el Pirineo hasta Tortosa en el Mediterráneo.
El departamento de Educación, Universidad, Cultura y Deporte del Gobierno de Aragón declaraba "Bien de interés cultural inmaterial" la cultura del transporte fluvial de la madera en Aragón. Se reconocía y protegía de esta forma una actividad tradicional que constituye una parte esencial del patrimonio etnológico aragonés y que sigue viva mediante la celebración anual de descensos de nabatas. Además, el Gobierno de Aragón se ha adherido al proyecto de candidatura de la cultura del transporte fluvial de la madera para que sea incluida en la lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO. Se trata de una candidatura compartida con Navarra, Cataluña y Castilla-La Mancha.
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