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6 ago 2018

Ramón de Casa Dueso "Maestro do buxo"

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GENTE DE AQUÍ

Ramón Agraz: "Todas las piezas las hago a mano y son de diseño propio"

ÁNGEL HUGUET 05/08/2018

                   
Maderero y taxista, trabajó en Casa Acín y se convirtió por afición en artesano de la madera, un oficio del que no se ha jubilado tras casi 50 años


Ramón Agraz, natural de Ceresa "cerca de Laspuña" y vecino de Barbastro, pone en su tarjeta "artesano de la madera" y le define como uno de los escasos cuchareros que aún quedan en la provincia. En realidad, Ramón ha sido siempre un hombre muy vinculado al oficio desde sus tiempos jóvenes de "maderero" cuando se ganaba la vida por el monte "a golpe de hacha y por encargo porque eran tiempos duros", según recuerda, y además estuvo 23 años de taxista con base en Laspuña.
"He llevado a mucha gente a Francia sin pasaporte con un permiso de 48 horas que costaba 10 pesetas y cruzábamos por la frontera de Les", rememora. "A más de uno saqué de apuros porque el pasaporte tardaba muchos días en llegar y por mi trabajo de taxista me conocían en la frontera y nunca hubo problemas, todo se hacía legal", recuerda Ramón, que, como se aprecia, ya tenía mucha madera en el oficio.
De las tierras sobrarbenses se bajó a Barbastro, en el Somontano, para trabajar en Casa Acín que estaba entre las mejores referencias comerciales que hubo en Barbastro y en la provincia de Huesca.
De todos los oficios se jubiló menos de "artesano de la madera" donde lleva "cerca de 50 años y no me canso, al revés, me gusta como el primer día pero ya sin prisas, porque el ritmo lo marco yo. Todas las piezas las hago a mano, no hay ninguna igual y son de diseño propio".
Los porta-perfumes colgantes hechos con madera de boj han sido el último "invento" presentado en la Feria de Artesanía en Alquézar donde tuvieron "buena aceptación" porque despertaron la curiosidad del público.
"Me dio la idea una señora que vendía perfumes y los he hecho también de llaveros en forma de bellota. Consisten en pequeños agujeros para meter el algodón empapado y cuando se acaba el ambiente, al cabo de una semana, se cambia.Hasta ahora es el último invento aunque casi todos los días se me ocurren cosas nuevas", explica. "A veces mientras duermo y me lo apunto para hacerla al día siguiente. Trabajo siempre con madera de buxo porque la conozco muy bien y además es consistente", comenta.
Ramón está entre los artesanos más veteranos y habituales en la Feria de Alquézar con el cestero barbastrense Joaquín Fumanal -historia viva de la artesanía local- y dice que "se puede venir a gusto por organización, trato y mucho público".
El calendario ferial de Huesca se lo conocen bastante bien, "incluso de fuera de la provincia y en casi todas hay buen trato. Al cabo del año, he estado en treinta ferias".
El secreto de un artesano de largo recorrido que no se limita a cucharas y tenedores es básico, "hacer las cosas bien, conocer el oficio, echarle tiempo y no alardear de nada. Algunas piezas de artesanos tienen un valor enorme porque no son usuales". Además, "estas piezas hay que enseñaras siempre para que la gente vea y tenga conciencia de oficios antiguos que perduran gracias a los artesanos"
 "ARTESANO POR AFICIÓN"
 "No creas que se gana dinero -añade-, los artesanos son los más pobres que hay, sobre todo si comparas el tiempo que dedicas a cada pieza con el aliciente añadido de que no hay ninguna igual, todas son diferentes, pero es un trabajo entretenido donde se pasa el tiempo sin darte cuenta. El artesano no valora su tiempo porque el precio sería caro. De todas maneras, a estas alturas de la vida ya no se puede esperar que te reconozcan las cosas".
En su trayectoria de "artesano por afición" solo ganó un segundo Premio en Huesca. "En aquellos años me dieron 25.000 pesetas por una colección de cucharas y, según me contó después alguien próximo al Jurado, merecía el primer premio pero… no vinieron mal". Tal vez por todo lo que cuesta cada pieza, Ramón rechaza la palabra "zarrios" para las obras artesanas porque prefiere darles utilidad. "Las cucharas, tenedores, pincha caracoles, almidez con mango, abrelatas de madera de buxo y otros tienen aplicación y son duraderos", señala.
Es consciente de ya quedan pocos "cuchareros" porque a los jóvenes no les gusta este oficio. "Tarde o temprano se acabará -augura- y si, además, es un poco esclavo... Aquí no hay producciones en serie ni moldes, todo se hace a mano".
De todas maneras, "en las ferias se conoce a mucha gente, alternas, y lo pasas bien. Así que aguantaremos el tipo mientras sea posible", sentencia.
Conclusión: los viejos oficios nunca mueren

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